miércoles, 2 de febrero de 2011

NADA de Carmen Laforet

En esta entrada, como ya es habitual en mi blog, voy a comentar mis impresiones sobre mi último libro leído. Esta vez, por unanimidad entre los miembros del club de lectura, se decidió ya que hasta ahora no lo habíamos hecho, leer algún libro de alguna escritora, aunque personalmente creo que la literatura no se clasifica entre literatura escrita por hombres y literatura escrita por mujeres, para mí sólo son historias contadas desde el punto de vista de alguien con más o menos sensibilidad, no siendo ésta patrimonio de ningún género.
Así que después de barajar varios títulos y/o escritoras nos decantamos por la primera novela que ganó el Premio Nadal, en 1944, “NADA” de Carmen Laforet, una novela que iba a ser un completo descubrimiento para mí, ya que desde hace unos cuantos años, me gusta bastante leer tanto las críticas de películas de estreno, como las novedades editoriales o entrevistas de los autores que me interesan, pero para este último libro, resulta que desde siempre lo había oído mencionar pero no tenía ni idea de en que época estaba ambientado ni de que temática literaria era.


La historia está contada en primera persona por Andrea, la protagonista, desde un futuro, mientras recuerda las experiencias vividas en un año en la Barcelona de la posguerra; Ciudad a la que se muda con parte de su familia para estudiar en la universidad de la capital catalana. La historia se centra en los dos mundos opuestos que vive la joven, uno en su entorno más cercano donde en la casa familiar convive la miseria, la pobreza, la hipocresía y los malos tratos; y por el otro lado el descubrimiento lo que es para ella un soplo de aire fresco como la cultura, la amistad y la libertad junto a su joven y nueva amiga, Nea.

Recuerdo que leyendo el primer capítulo mientras iba descubriendo, junto a la protagonista, lo que iba a ser su nueva vida, la incertidumbre y el desasosiego que ella sentía me contagiaba, pensando que era imposible que todo el resto de la trama tuviera tan alto nivel. Conforme iba pasando las siguientes páginas de los siguientes capítulos, como me temí, en un principio la historia decae un poco porque no es una novela como las muchas que se hacen actualmente, ya que no está llena de acción ni situaciones rocambolescas ni giros inesperados. Pero aún así y a medida que iba adentrándome en su mundo se da una cuenta que tiene una clara sencillez que esconde a su vez un universo complejo que está encubierto en las numerosas metáforas en las vivencias de nuestra protagonista y es que "Nada" es como la vida misma, que la mayoría de las veces es anodina y vulgar pero que sin que nos demos cuenta nunca deja de ser experiencias extraordinarias contándolo todo de una forma tan sutil que puede parecer en un primer momento que apenas cuenta o le sucede nada. Supongo que la autora utiliza este tipo de figuras debido a la censura aplicada en aquella época, asemejando a la lúgubre y miseria de la casa familiar con la España de aquella época contrastando con su vida fuera, en la universidad, llena de cultura y libertad.
Me recuerda a las novelas clásicas con mucha narración descriptiva que dan más énfasis sobre el desarrollo de los personajes contando la rutina diaria de lo que viven y de lo que sufren. Te hace compartir sus sentimientos, transportándote al interior de su alma, pudiendo así sentir su soledad, sus anhelos y sus esperanzas. Aún hoy la obra todavía sigue llamando la atención por la juventud de la escritora cuando escribió la que fue su primera novela, Carmen Laforet ya que tan solo contaba con 23 años.

Existe una versión cinematográfica de la novela de 1947 dirigida por Edgar Neville e interpretada por Conchita Montes, pero que todavía no he tenido la ocasión de ver.



Por todo esto y mucho más hace que realmente en el fondo sea una novela muy recomendable, la cual cambió la literatura de ese tiempo tan oscuro y gris y de ahí puede que se deba la belleza y la valentía de tan conocido libro, resultando al final un libro que merece, sin lugar a dudas, la pena leer pudiendo sacar, si se lee entre líneas, cada uno sus propias conclusiones.