martes, 28 de febrero de 2012

SHE & NOTTING HILL

Pasados ya unos días del día de San Valentín, el de los enamorados, dedicaré esta entrada principalmente al amor,…a las canciones de amor. Y es que éstas, junto al cine en particular y a todos los ámbitos de la cultura en general, son las que me acercan a esos sentimientos tan íntimos y profundos que a veces están dormidos y que de vez en cuando me descubren sensaciones y emociones tal vez nunca vividas.

Hay canciones, películas o lugares que sin saber por qué te emocionan desde el primer momento en que uno lo disfruta. Esto me ocurrió con la banda sonora de “Notting Hill”, que aunque la película en su conjunto no sea una de mis preferidas, sí es una estupenda comedia romántica, deliciosa sin llegar a ser empalagosa y que te deja un buen sabor de boca cada que la vuelves a ver. Sin aportar nada nuevo al género posiblemente esté por encima de la mayoría de películas actuales de este tipo de cine, que es además donde más bodrios se pueden llegar a realizar aprovechando la sensibilidad de los espectadores.


Cinematográficamente hablando, destacar, aparte de la presencia de la guapísima y siempre efectiva Julia Roberts, los exteriores donde está rodada la película y que le da nombre a la película. Notting Hill, es un barrio al norte de Londres con una arquitectura a base de casas adosadas de pocas plantas donde es un placer poder pasear un sábado por su calle principal, Portobello Road, ya que aquí se celebra su famoso mercadillo con puestos de flores, comida, antigüedades, y todo tipo de objetos y ropa de estilo retro y vintage. Un ambiente formado por vendedores, artistas callejeros y turistas, sobre todo muchos turistas que abarrotan cada fin de semana toda la calle desde la estación de metro Notting Hill Gate hasta algo más de un kilómetro que es la longitud de la calle.

Notting Hill, en agosto de 2009


Pero como he comentado anteriormente lo mejor de la película es su banda sonora que es buenísima, cuyas románticas canciones enlazan muy bien con las distintas situaciones de la trama. Son varios los temas a destacar como "When you say nothing at all" ("Cuando no dices nada en absoluto"), de Ronan Keating, música de fondo en la escena en que la pareja protagonista se cuela en un jardín privado y leen en un banco grabado una de las frases más sencillas y bonitas de la película:

"Para June, que amaba este jardín... de Joseph, que siempre se sentó a su lado"

una tradición típicamente anglosajona la de tallar los bancos de madera con inscripciones de fechas y nombres de parejas.




Muy notable y visualmente muy atractiva la escena del protagonista paseando por Portobello Rd. durante en las distintas estaciones del año mientras suena la magnífica "Ain't no sunshine" ("no brilla el sol"), de 1971, soul en estado puro compuesta e interpretada por Bill Withers.



Pero sin lugar a dudas la mejor canción de toda la película y razón principal de esta entrada es el tema central, “She”. Original del mítico cantante francés Charles Aznavour y versionada para la película por el no menos legendario Elvis Costello.

“ella puede ser la razón por la que sobrevivo, el porqué de que yo esté vivo ...
a la que cuidaré durante los muchos y ásperos años...
yo, tomaré sus risas y sus lágrimas y con ellas haré todos mis recuerdos ...
por donde ella va, yo tengo que estar, ...
el significado de mi vida es ella... ella”.

Una de las canciones más bellas que se pueden oír y de las que poco más se puede decir, solamente escucharla y sentirla.



Para todos los enamorados, para todas las mujeres,... para ella.

domingo, 12 de febrero de 2012

ESCOCIA día 11 (y último) - sábado: AIRTH - EDIMBURGO

Este sábado, y último día en Escocia, supongo que amaneció nublado, pero no lluvioso, ya que hoy era el día en que menos madrugamos, cuando nos levantamos hacía un buen rato que la luz inundaba completamente la habitación.
El desayuno del “Airth Castle Hotel” era como un gran restaurante con todo tipo de comida, y no sólo para desayunar. Desde los típicos platos para la mañana, sándwichs, tostadas y revueltos hasta comida para almorzar como huggies, black pudding, sopas, pollo, cordero, asados, verduras, etc, … con todo tipo de bebidas y postres.

Abandonamos el hotel para dirigirnos de vuelta a nuestro punto de partida, Edimburgo, que estaba a unos 40 kilómetros pero que nosotros hicimos un total de 60. Quiero pensar que es debido a la mala señalización para encontrar la carretera que nos llevaba a la capital y no a mis dotes para orientarme por las carreteras escocesas.


Así que varios días después volvíamos a la capital para despedirnos de la ciudad de los infinitos adjetivos,… y todos buenos. Aquí me quité la espina del primer día con el coche, ya que me crucé toda la ciudad conduciendo con cierto nivel de destreza estacionando justo al lado del castillo, en el mismo centro histórico de la ciudad.
La despedida con la ciudad fue corta, apenas 3 horas para reencontrarnos con la Royal Mile, ya que esta mítica vía te atrae aunque siempre sea la misma, se reinventa y cambia en cada instante, que aunque el telón de fondo sean siempre los mismos bellísimos edificios inertes centenarios de la urbe, los protagonistas principales son la gente y los artistas que cada día la abarrotan, la viven y la hacen diferente.

A mediodía dejamos el coche en la misma terminal del aeropuerto para volver a media tarde a España dejando atrás un país que nos ha cautivado por todos y cada uno de sus innegables atractivos. 2300 kilómetros mirando a través de la ventanilla del coche, con los ojos y el corazón, paisajes que solo inspiran cosas en el interior de uno mismo.


Escocia es un pequeño lugar en el mundo donde la naturaleza muestra su belleza más salvaje dibujando postales de ensueño protagonizadas por lagos y arroyos de aguas cristalinas, montañas ocultas entre la niebla, llanos y bosques cabalgados por guerreros de leyenda. Una tierra de héroes legendarios, de música que evoca al viento a través de sus gaitas, misterios y leyendas que se perpetúan en el tiempo, un pasado cruento formado a base de batallas, sangre y coraje con un futuro incierto todavía por escribir.


Ahora, algún tiempo después, la saludo desde este blog recordando los inolvidables momentos vividos que seguro perdurarán durante mucho tiempo en mi memoria… al igual que las palabras de Julio Verne al visitar Escocia: “Jamás ojos tan atónitos vieron paisaje tan espléndido”.

martes, 7 de febrero de 2012

ESCOCIA día 10 - viernes: OBAN - BALQUIDDER - STIRLING - AIRTH

Las quietas aguas de la bahía se reflejan en la mañana clara y soleada a través del cristal del comedor de “Alltavona Guest House” (www.alltavona.co.uk). Una casa típica escocesa con arquitectura y decoración señorial que las cuatro estrellas otorgadas no se quedan cortas. Nuestra habitación contaba con una grandísima cama de estilo antiguo con un mobiliario clásico, suelo enmoquetado de tartán (típico tejido escocés formando cuadros de distintos colores), grandes alfombras y pequeños y grandes detalles como si fuese la casa de un auténtico lord inglés.

Comedor de Alltavona Guest House
Antes de continuar nuestra ruta, queríamos conocer un poco más Oban, ya que hasta ahora sólo habíamos visto la zona del puerto con vistas a la bahía. El recorrido no nos defraudó en absoluto, por el centro de la ciudad discurre un riachuelo que atraviesa las calles y jardines recordando una vez más los escenarios de cuento con sus casas de ventanas blancas y sus macetas coloridas cargadas de flores (¿cómo lo conseguirán? ¡Ya quisiera que las flores de mi terraza se mantuvieran igual!). En lo alto del pueblo sobresale entre las demás construcciones una edificación, de dudoso gusto, que intenta reproducir el Coliseo romano, la McCaig’s Tower. Surgió de la idea de un antiguo magnate que mandó construirlo para dar trabajo a los habitantes de la zona e incrementar el turismo local pero que debido a la crisis que lo azotó hace casi 100 años nunca pudo ver acabado su sueño.

Oban
Paseando por George Street pudimos ver algunos invitados de una boda donde las señoras iban con sus largos vestidos y vistosos tocados y los caballeros con sus trajes de ceremonia, que como no podía ser de otra forma, iban ataviados con sus kilts, sus calcetines largos y sus chaquetas elegantísimas. Oban es una ciudad muy turística que se puede constatar por las calles más céntricas ya que éstas están repletas de innumerables comercios, pubs y restaurantes. Nosotros aprovechamos para hacer algunas compras como una manta de lana de tartán que durante los días de frío no nos ha venido nada mal. Un pueblo precioso que no difiere en casi nada en belleza a todos lo que hemos recorrido durante estos últimos 10 días, pero es que uno no llega a acostumbrarse a tanta hermosura.

Dejamos Oban para adentrarnos al interior de Escocia, buscando Stirling, y dejando también ya los típicos paisajes de las highlands, con sus grandes extensiones de prados, colinas redondeadas y picos escarpados salpicados de lagos grises y arroyos transparentes y sobre todo de las manadas de vacas y ovejas que emborronan agradablemente el verde de los campos.

Durante nuestro trayecto atravesamos el “Parque Nacional de Loch Lomond y The Trossachs”, uno de los dos parque nacionales existentes en Escocia, siendo el otro el de Cairgorms, que también lo recorrimos de sur a norte en nuestro cuarto día.
En nuestra ruta no pasamos por el que es el lago de agua dulce más grande de Gran Bretaña, el Loch Lomond, pero si cruzamos los Trossachs, tierras montañosas conocidas como románticas o encantadas y que es donde vivió y murió Rob Roy MacGregor, uno de los personajes más inolvidables y populares de las Tierras Altas. Un héroe mitad Robin Hood, mitad político y del que hay una brillante versión cinematográfica de su vida, interpretada por Liam Neeson.
Así, ya que pasábamos bien cerca decidimos pararnos en la que fue la aldea donde vivió y donde está enterrado este personaje tan singular. Un cementerio a la entrada del pueblo rodeado de sus familiares directos y de la iglesia parroquial de las aldeas cercanas es el lugar de descanso de tan conocido héroe.

Tumba de Rob Roy
Aquí, en Balquhidder, nos paramos a almorzar en una pequeña casita de madera azul al lado de un riachuelo que según ponía un cartel era un restaurante-biblioteca.

The Library Tea Room
“The Library Tea Room” o “La sala de té de la biblioteca”, es un pequeño y coqueto restaurante donde el espacio que dejan los muebles llenos de libros y juegos de té clásicos de porcelana, la cocina totalmente integrada en el salón y el mostrador atestado de postres y dulces caseros sólo dejan sitio para 4 mesas.

Amueblada con sillas, mesas y aparadores antiguos todo pintado de blanco al igual que las paredes con paneles de madera, también de color blanco. Una comida rápida pero muy elaborada y deliciosa donde destacaron los postres típicos escoceses: una un tarta de fresas llamada “Victoria sponge” y un “Flapjacks”, que es un bizcocho de miel y frutos secos.

La lluvia acompañándonos durante toda la tarde hacía que no nos olvidáramos de que estábamos en Escocia, demasiado bien se había portado hasta ahora Zeus, el díos de la lluvia, para apenas acordarse de nosotros durante los últimos días. Por las carreteras empapadas, pero en mucho mejor estado que en el norte del país, llegamos a Stirling, donde sólo íbamos a estar esa tarde, así que tuvimos que elegir entre visitar su castillo, uno de los más famosos de Escocia o el Monumento a William Wallace, ambos coronando la ciudad cada uno en su cima. Como el Castillo de Stirling es bastante similar al de Edimburgo pero más pequeño, decidimos por una aplastante mayoría de 2 a 0 pasar la tarde en la torre erigida en el monte Abbey Craig hace ya casi 150 años en honor a otro de los grandes hijos y héroes de Escocia, Mel Gibson… perdón quise decir William Wallace.

National Wallace Monument
El “National Wallace Monument” es una torre de 70 metros de altura donde se pueden encontrar objetos personales de Wallace y que desde lo alto, subiendo sus casi 250 escalones de la escalera de caracol, se puede apreciar una vista envidiable de la ciudad de Stirling, junto al valle del Río Forth, donde se forjó una de las batallas más cruentas, la del Puente de Stirling.
Stirling, desde el Monumento a Wallace


Todavía no era de noche cuando después de 220 km conduciendo llegamos a donde íbamos a pasar la última noche.


“Airth Castle” (www.airthcastlehotel.com) es el hotel que está enclavado en una grandísima extensión junto al pequeño pueblo del mismo nombre.

Castillo de Airth
Aunque el hotel se promociona por el lujoso castillo, la recepción, habitaciones y comedores del hotel están en un ala próxima al castillo, pero no en éste. Un hotel inmenso de cuatro estrellas con muy buen estilo y habitaciones tipo suites muy amplias. Aquí disfrutamos de una cena, que era la única que teníamos contratada gracias a una buena oferta de su página web, con las notas del piano como música de fondo amortiguada con el repiqueo constante de la lluvia sobre la cubierta de cristal del salón restaurante.

Comedor de Airth Castle Hotel
Es muy sugestivo quedarse dormido oyendo como llueve y echar a volar la imaginación y recordando lo vivido en estos últimos días, con la ilusión de despertarse un nuevo día en una tierra tan maravillosa y encantadora como Escocia, aunque éste fuese el último.