lunes, 14 de octubre de 2013

LA TRILOGÍA DE NUEVA YORK

“La trilogía de Nueva York” es sin duda una de las obras literarias más conocidas de los años ochenta, de ahí que gran parte de los cimientos sobre los que se sustenta el prestigio internacional de Paul Auster se los deba a estos tres relatos cortos donde el escritor maneja, manipula y le da una vuelta de tuerca al género policíaco.
Paul Auster, aunque también es guionista y director de cine, es un escritor nacido en Estados Unidos en 1947. Empezó a escribir a edad muy temprana pero no fue hasta la década de los ochenta cuando gracias a esta trilogía (años 85, 86 y 87) coge fama mundial, manteniéndose en lo más alto en los sucesivos años con títulos como “La noche del oráculo” y “Brooklyn Follies”.
Paul Auster
“La trilogía de Nueva York” es una colección de tres relatos aparentemente independientes pero están conectados de forma muy sutil en su tercero y último. Lo que sí tienen en común las tres partes, es el juego psicológico de cada uno de los personajes principales con sus compañeros de trama y con el mundo que les rodean, haciéndonos exclusivos partícipes de sus más íntimos pensamientos mientras van buscando cada uno de ellos su propia identidad. En misterio de cada relato) nos plantea un fascinante puzzle de ambigüedades, confusiones y símbolos que se desarrollan en los genuinos edificios y calles de Nueva York, una ciudad que a veces puede ser claustrofóbica y donde la soledad se puede hacer casi insoportable entre millones de personas alrededor.
No sé hasta que punto, puede que en nada, Auster se haya basado de alguna manera al ambientar los lugares y personajes de estos libros en la obra pictórica de Edward Hopper, ese pintor norteamericano que tan bien reflejó la incomunicación de la sociedad norteamericana de la primera mitad del s. XX, pero es curioso que mientras iba leyendo las páginas de estas tres novelas a cada instante me evocaba la luz, la atmósfera y la soledad de los personajes llenos de incógnitas de los cuadros de Hopper.
En la primera historia,”Ciudad de cristal”, un escritor de novela policíaca recibe una llamada telefónica errónea preguntando por un detective, curiosamente de nombre Paul Auster. El escritor llevado por la curiosidad y la aventura no deshace el malentendido y termina aceptando la investigación utilizando el nombre del detective. El caso lo envolverá en un misterioso asunto arrastrándolo a una compleja trama de espionaje, por las calles y esquinas de Nueva York. Los enigmas, la obsesión y la locura se harán patentes en esta historia.
"Esquina de Nueva York" de Edward Hopper, 1913
“Fantasmas” cuenta las peripecias de un detective privado en un aparente caso sencillo de investigación pero poco a poco va quedando atrapado en un enigma singular y cada vez más extraño. Le encargan la tarea de vigilar constantemente a un hombre desde su ventana con vista directa al apartamento del vigilado,  tal como si de L.B. Jefferies con su vecino Thorwald se tratara. La larga investigación hará que poco a poco se vaya obsesionando con su misión, olvidando así su propia vida personal, y lo que empezó como una tediosa investigación se convierte en un misterio que él mismo puede ser sin saberlo pieza clave del misterio.
"Ventanas en la noche" de Edward Hopper, 1928
Por último, en “La habitación cerrada" un periodista sin éxito se ve abocado a los recuerdos de su infancia cuando la mujer de un antiguo amigo íntimo le escribe una carta para decirle que su marido ha desaparecido sin dejar rastro, excepto unos manuscritos pidiéndole que sea él quien decida si publicarlos o no. Es a partir de ahora, con la nueva relación existente, cuando sus propios demonios y traumas infantiles saldrán a la luz con más fuerza que nunca cambiándole totalmente lo que hasta ahora era su vida.
"Habitación en Nueva York" de Edward Hopper, 1932
La narrativa y el estilo utilizado, en cada relato, es de una prosa sencilla y ágil con un desarrollo en espiral de la historia en busca de un final extraño, ya que no es la típica novela de misterio a las que estamos acostumbrados, es algo más, es mucho más.
Unos personajes obsesivos en unas tramas misteriosas que conforme se van desarrollando llegan a ser caóticas, surrealistas, amargas y opresivas. La simbiosis entre el protagonista y la persona investigada son llevadas al extremo acabando en una autodestrucción en un macabro juego psicológico.
Finales con historias que no terminan con el típico esclarecimiento del nombre del culpable, historias no cerradas, pero esto no llega a sorprender, ya que poco a poco el oscurecimiento vital del personaje te va atrapando, sabiendo de antemano que aquí no se comerán muchas perdices. Historias de personajes, no de casos, que seguirán rondando en la cabeza mucho después de cerrar la última página del libro, aunque en un principio pueden dejar algo frío y con un regusto amargo, seguro que fascinarán al lector.